Me encanta cuando me llaman por…

Me encanta cuando me llaman por…

La Industria Alimentaria vive un momento convulso, lleno de cambios e incertidumbre que nos hace ser más cautelosos en la toma de decisiones.

Ante una situación como esta, la gestión de productos de una compañía de alimentación entra de lleno en este torbellino, modificando la forma en que enfocábamos su gestión diaria, así como su tratamiento a largo plazo.

Un período de incertidumbre no tiene por qué ser negativo, eso sí, nos obliga a estar mucho más atentos para que nuestro producto no se quede fuera del mercado, ya sea por una razón u otra.

Si analizamos el avance de nuestros proyectos este año, nos encontramos con diseños de productos que salen de forma muy rápida al mercado, y otros que están necesitando un período de maduración muy largo, con tomas de decisiones que incluyen a muchas personas.

Un patrón que es coherente con situaciones de mercado como la actual; lanzamientos impulsivos que se mezclan con otros que maduran en exceso, estos últimos buscando un halo de perfección «perfecta» que nunca llegará.

Sin embargo, a pesar de ser un patrón complejo, se percibe un aspecto muy positivo: una gran proactividad a la hora de desarrollar nuevos productos y de mejorar los existentes.

Estos escenarios proactivos, a veces violentos y con cierto descontrol, son una fuente inagotable de ideas, donde muchas personas tratan de aportar al lanzamiento de un productos a través de sus verdades, la de cada uno.

Cuando nos llaman para mejorar un producto que está funcionando a nivel de ventas, maduro en el mercado, supone una enorme valentía y confirma nuestras sospechas: la industria alimentaria se está enfrentando de forma directa a las adversidades, tratando de vencer la tormenta.

Una época donde muchos queremos contribuir, muchas verdades que en realidad son diferentes puntos de vista, y desde este prisma hay que trabajar, no sobre verdades absolutas.